domingo, 29 de junio de 2008

El Otro

Llegamos al otro por la mirada, que por lo menos en Sartre hace un gran papel. Por mi mismo, sólo soy libertad subjetiva. Pero apenas me mira el otro, me convierto para él en un objeto, el otro dispone de mí, me subyuga. Sólo para el otro soy hermoso o feo, gracioso o parludo, sólo para el otro me convierto en un yo.
Pero también yo trato de objetivar y dominar al otro por mi mirada.
Por eso, la relación fundamental entre los los hombres es la enemistad.
¿No hay una mirada amorosa? ¡No! Porque el amor debería ser permanente- un amor
a plazos no es amor-, debería darse cada vez de nuevo libremente; más es contradictorio y está además amenazado por un tercero.

Así llega Sartre, en el sentido de Freud, a un "sicoanálisis". El conocimiento pasa a ser para él un acto sexual - cognoscere significa las dos cosas - ; por él ( y por mi) se desnuda al otro, yo trato de metermelo dentro de mi y como de tragármelo
.




¿COMO LLEGAMOS A SER?

Por la nausea.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Martina
por casualidad llegué a este blog y me alegro, porque es dificil intentar comunicar algo así como la filosofía o nuestra visión ante el mundo. Hay que ser valiente muchas veces y otras nos resulta de manera natural escribir. De cualquier modo escribir y atreverse a publicarlo es un paso importante.
El otro! gran tema. Foucault decía que la filosofía no era un saber enseñable, sino más bien una postura o una forma de vida que debía o podía ser atravesada.!
cuidate mucho, sigue escribiendo y te invito a visitar mi blog
http://caminandoporlaciudad.wordpress.com/

Carla López
Filosofía
3er año.

Anónimo dijo...

puta que estas caga de la cabeza martinita..

Misanthropo dijo...

Es cierto que cuando el "otro" nos mira nos convertimos en una especie de objeto para él. Sin embargo, de otra forma no seríamos nada. Es decir, parte importante de lo que "somos" pasa por el significado que los demás nos otorgan. Sin eso, sólo queda lo que nosotros somos para nosostros mismos. Pero ¿bastaría eso? Un robot puede estar programado para "cree" que es un humano, sin embargo eso no lo haría tal.

Mal de archivo dijo...

La acogida del otro se da sólo porque hay una hostilidad absoluta que hace posible la hospitalidad. Pero la solicitud del otro no cosifica, puesto que es la palabra del otro lo que llamo y me llama, es decir, la posibilidad de la acogida no es la posibilidad de la aprehensión de la subjetividad del otro, del cuerpo del otro, sino que es la posibilidad de aprehensión de lo que me separa del otro, y así también, se trata de la posibilidad de la acogida como imposibilidad. Y es que siempre puede ocurrir que la hospitalidad se precepite hacia la hostilidad, y es que siempre, desde siempre ha estado precipitada hacia ella, porque si no fuera así lo que habría sería una violencia pura, y con ello, la hospitalidad no sería posible. Entonces como diría Derrida, la posibilidad de la acogida es espectral, es un espectro que opera desde un cierto puede (no) ser (peut-être). No es el otro lo que se precipita, lo que me llama o llega. Lo que llega, lo que me llega, lo que nos llega, es su posibilidad, condición de posibilidad como condición de imposibilidad. Y eso es también el perdón. Por ejemplo, yo pido perdón ,te pido perdón a ti por estar escribiendo aquí, digamos, de una manera tan incidental. Entonces solicito tu perdón, y como el perdón sólo nos lo da el otro, entonces ya nunca sé si llegará. De modo que sólo podemos esperar la llegada del otro, sólo su posibilidad tanto como su imposibilidad. Es el "como tal" del otro lo que no llega nunca, porque todo yo en tanto que otro implica un cierto valor testamentario. Entonces pareciera ser también que la acogida está intrínsicamente ligada a la memoria. La diferencia con Sartre sería que aquí la acogida se vuelve una responsabilidad doble, en el sentido que se está pensando algo así como una amistad porvenir del tiempo consigo mismo.

Dailhar dijo...

tranquila martina.

podriamos hacer algo.

insisto en la noción de "acuerdo".